Introducción

La salud bucal sigue siendo un motivo de preocupación mundial. Las mejoras en la salud bucal de las poblaciones acomodadas se ven ensombrecidas por la carga persistente de enfermedades bucodentales vinculadas a las desventajas socioeconómicas.  Las causas de las disparidades sostenidas son multifacéticas. Existe la conjetura de que la profesión es en parte culpable. Un crecimiento en el comercialismo impulsado por la demanda de tratamientos restauradores y estéticos complejos, junto con una financiación pública inadecuada de los servicios dentales, ha alentado a la profesión dental a dar la espalda a su contrato social y descuidar las necesidades de salud bucal más básicas de la sociedad. Puede haber algo de verdad en esto, particularmente en los países ricos, pero la odontología clínica siempre será el punto final del manejo de las enfermedades bucales. Dentro de las comunidades desfavorecidas, mejorar la salud bucal, junto con mejorar la salud general, depende de abordar los determinantes sociales, incluida la educación para la salud y la nutrición. Esto se suma a la resolución de las deficiencias en la estructura del sistema de salud, incluida la escasez de personal sanitario y los problemas asociados con el acceso económico y espacial a la atención primaria. El impacto de los determinantes sociales se destacó nuevamente durante la pandemia del coronavirus 2019 (COVID-19) cuando el resultado de la enfermedad tuvo una estrecha correlación con el nivel socioeconómico, la raza, la etnia y el lugar de residencia. 

Fuente: sciencedirect.com